viernes, 12 de diciembre de 2014

Románticos del siglo XIX

- Maese Pérez, el organista, Bécquer





Gustavo Adolfo Bécquer, romántico tardío, sigue el modelo de inspiración germánica, más delicado; íntimo y sosegado. Nacido en Sevilla en 1836, pasó casi toda su vida en Madrid, en donde contrajo un matrimonio poco feliz y duradero. Desempeñó trabajos burocráticos y ejerció el periodismo. Tras penosos avatares, murió prematuramente en 1870.




Maese Pérez, el organista forma parte de la obra Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer. Esta obra nos cuenta la historia de Maese Pérez, un brillante organista.
Este hombre, entrado en años, tocaba el órgano en la iglesia de Santa Inés y lo solía hacer en la misa del gallo. Al llegar Nochebuena, todo el mundo esperaba impaciente su comienzo. Una noche, mientras está interpretando la composición en el órgano de la misa, muere. Todos los allí presentes se enloquecen. ¡Se había muerto el mejor organista de Sevilla!
Llegó el día de Nochebuena del año siguiente, le proponen al organista de San Román que toque en la misa. Y así lo hace. Para sorpresa de todos, tocó el órgano de forma indescriptible. Toda la gente le aplaudió y felicitó.
Al año siguiente, cuando iba a comenzar la misa, la hija de Maese Pérez ve a su padre tocando el órgano. Asustada llama a la abadesa de Santa Inés. ¡El alma del organista pervivía en el órgano!



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-Vuelva usted mañana, Mariano José de Larra






Mariano José de Larra (1809−1837) a los diecinueve años empezó a publicar folletos (El duende satírico del día, El Pobrecito hablador) y a colaborar en revistas firmando como Fígaro. Insatisfecho de su vida y de su entorno social y desesperado por su ruptura con Dolores Armijo, se suicidó. Larra se distingue por su personalidad crítica, su actitud reformadora y europeizante, su incansable lucha por la libertad y la tolerancia y por sus dotes de observador irónico de la realidad. Fue el gran periodista español del siglo XIX, con un estilo ágil, irónico e ingenioso. Sus artículos de costumbres tienen como tema la crítica de distintos usos y costumbres de la sociedad española de la época (El castellano viejo, Vuelva usted mañana, En este país). 




Vuelva usted mañana es un artículo de costumbre escrito por Mariano José de Larra, publicado en El Pobrecito Hablador en 1833. Se critica la sociedad española del siglo XIX

El protagonista es Monsieur Sans-Délai, un francés que ha venido a España para reclamar unas propiedades, presentar unas propuestas de negocio y visitar Madrid. Cuando Sans-Délai pretende resolver sus asuntos en quince días, Larra, conocedor del carácter de los españoles, le advierte que va a necesitar unos cuantos meses.

La pereza e ineptitud de un amplio repertorio de personajes impedirá la realización de todos los proyectos de este señor, el cual terminará dando la razón a Fígaro sobre el modo de ser de los españoles.



"Tendrá razón, perezoso lector (si es que has llegado ya a esto que estoy escribiendo), tendrá razón el buen monsieur Sans-délai en hablar mal de nosotros y de nuestra pereza? ¿Será cosa de que vuelva el día de mañanacon gusto a visitar nuestros hogares? Dejemos esta cuestión para mañana, porque ya estarás cansado de leer hoy: si mañana u otro día no tienes, como sueles, pereza de volver a la librería, pereza de sacar tu bolsillo y pereza de abrir los ojos para hojear [los pocos folletos] que tengo que darte [ya], te contaré cómo a mí mismo, que todo esto veo y conozco y callo mucho más, me ha sucedido muchas veces, llevado de esta influencia, hija del clima y de otras causas, perder de pereza más de una conquista amorosa; abandonar más de una pretensión empezada y las esperanzas de más de un empleo, que me hubiera sido acaso, con más actividad, poco menos que asequible; renunciar, en fin, por pereza de hacer una visita justa o necesaria, a relaciones sociales que hubieran podido valerme de mucho en el transcurso de mi vida; te confesaré que no hay negocio que pueda hacer hoy que no deje para mañana; te referiré que me levanto a las once, y duermo siesta; que paso haciendo el quinto pie de la mesa de un café, hablando o roncando, como buen español, las siete y las ocho horas seguidas; te añadiré que cuando cierran el café, me arrastro lentamente a mi tertulia diaria (porque de pereza no tengo más que una), y un cigarrito tras otro me alcanzan clavado en un sitial, y bostezando sin cesar, las doce o la una de la madrugada; que muchas noches no ceno de pereza, y de pereza no me acuesto; en fin, lector de mi alma, te declararé que de tantas veces como estuve en esta vida desesperado, ninguna me ahorqué y siempre fué de pereza. Y concluyo por hoy confesándote que ha más de tres meses que tengo, como la primera entre mis apuntaciones, el título de este artículo, que llamé: Vuelva usted mañana; que todas las noches y muchas tardes he querido durante ese tiempo escribir algo en él, y todas las noches apagaba mi luz diciéndome a mí mismo con la más pueril credulidad en mis propias resoluciones: ¡Eh, mañana le escribiré! Da gracias a que llegó por fin este mañana, que no es del todo malo; pero ¡ay de aquel mañana que no ha de llegar jamás!"



Podéis leer el fragmento aquí: 
http://www.ensayistas.org/antologia/XIXE/larra/larra12.htm


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